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Las dos decisivas batallas alcarreñas

Están consideradas como las batallas que decidieron finalmente el resultado de la guerra de Sucesión española. Es por ello que merecen un lugar destacado para conocer su desarrollo. Para ello reproducimos un texto de una página de la mano de una excelente página de aficionados que divulgan la historia del Arma de Ingenieros y la historia militar de España.

En agosto de 1710 el duque de Vendôme salió de Paris para ponerse al frente del derrotado ejército español de Felipe V. Con él venían refuerzos de tropas y pertrechos. El duque era un viejo conocido de los españoles y del rey Felipe V, pues había conquistado Barcelona trece años antes, en 1697, y había mandado el ejército franco-español en el norte de Italia al comienzo de la guerra, obteniendo en 1702 la victoria en la batalla de Luzzara. Junto con el duque de Noailles, se reunió con Felipe V en Valladolid, donde establecieron el siguiente plan de campaña:

        • El marqués de Bay, jefe de las tropas borbónicas hasta ese momento, se mantendría en el frente portugués con la misión de defender Extremadura.
        • El duque de Noailles se dirigiría al Rosellón para iniciar el ataque a Cataluña desde el norte, reteniendo en el Principado importantes fuerzas aliadas para impedir el refuerzo del ejército del general Starhemberg.
        • El duque de Vendôme se haría cargo de las operaciones en el centro de la Península, con un ejército de unos 25.000 soldados acampado en Talavera de la Reina.

En el mes de septiembre los borbónicos comenzaron sus acciones y maniobras de hostigamiento sobre el centro de la Península, obteniendo con ello una posición más ventajosa que la del ejército del archiduque Carlos.

        • En Soria, los Dragones de Valejo observan a las partidas de caballería enemigas.
        • En Almazán, los borbónicos dejaron un destacamento formado por un capitán y 40 caballos.
        • En Borja y Tarazona, los húsares enemigos fueron mantenidos en jaque por las partidas de caballería borbónicas.
        • En Castilla, el conde Aguilar se dedicó a estructurar e instruir batallones y escuadrones.
        • El mariscal Bracamonte se dedicó a operar sobre el Guadarrama.
        • En Valladolid, el rey Felipe V mantuvo un importante núcleo de 4.000 soldados de los regimientos de Guardias Valonas y Españolas.
        • En Andalucía permanecía un núcleo de fuerza similar.
        • En Extremadura, el marqués de Bay mantiene un ejército de 30 batallones y 30 escuadrones. A ellos se sumaban los 8.000 infantes y 5.000 jinetes que sobrevivieron a las derrotas de Almenara y Zaragoza.
        • Los borbónicos ocuparon los puentes sobre el río Tajo en las localidades de Almaraz, Alcántara, Talavera de la Reina y Talavera del Arzobispo, aislando Portugal e impidiendo los refuerzos de los aliados.

Dada la creciente hostilidad del pueblo de Madrid y de Castilla en general, la cercanía del ejército de Vendôme rodeando Madrid y la imposibilidad de recibir refuerzos desde Cataluña y Portugal, el general Starhemberg juzgó peligrosa la situación, por lo que propuso al pretendiente Carlos la retirada hacia Cataluña. El archiduque Carlos aceptó la propuesta.

Finalmente, las tropas aliadas consiguieron burlar la vigilancia del enemigo y retirarse de Madrid a mediados de noviembre hacia Toledo. Allí las tropas de Vendôme volvieron a fijarle, pero el general Starhemberg logró abandonar la ciudad con su ejército antes de que llegase el grueso del ejército borbónico. Starhemberg y Stahhope dirigieron sus fuerzas hacia Cataluña siguiendo la carretera de Aragón, siendo perseguidos de cerca por la caballería de Valdecañas. El rey Felipe V pudo entrar en Madrid el 3 de diciembre, vitoreado por una jubilosa multitud que le aclamaba a su paso y que engalanó las calles con estandartes y banderas. El rey se quedó dos días en la ciudad, y el 6 de diciembre fue a reunirse con las tropas de Vendôme en Extremadura.

El ejército aliado se retiraba por columnas, procurando que éstas estuviesen formadas por tropas de la misma nacionalidad. Sin embargo, la niebla, la lluvia y el frío hicieron que las columnas de Stanhope y Starhemberg se separaran. El 6 de diciembre la columna británica al mando del general James Stanhope acampó en Brihuega, donde permaneció dos días descansando, creyendo al enemigo lejos de sus posiciones, mientras que la columna de general Starhemberg seguía hacia Soria.

El 8 de diciembre un destacamento de observación borbónico llegó a Brihuega al amanecer, descubriendo al enemigo e informando al duque de Vendôme. Éste llegó con sus tropas pocas horas después, rodeó la ciudad y emplazó la artillería. A la mañana siguiente invitó a rendirse a los ingleses. El general Stanhope rehusó la rendición, y la artillería franco-española comenzó a bombardear la población. La artillería, una batería de tres cañones al mando de don Francisco Balbasor, fue emplazada frente a la puerta de la ciudad y originó la brecha por la que se efectuó el asalto:

En el asalto murió el coronel británico Varrier, de los Scots Guards, y resultó herido el teniente general Carpenter. A las seis de la tarde los británicos capitularon. Según sus fuentes, tuvieron 300 bajas, y más de 3.000 soldados quedaron prisioneros (otras fuentes hablan de 10.000 prisioneros), entre ellos el general Stanhope y sus oficiales, entre los que se encontraban los generales Wills (británico), Saint Amand (holandés) y Copis (alemán).

Entre los prisioneros se hallaban ocho escuadrones de Caballería (665 jinetes) y ocho regimientos de Infantería: Regimiento de la Guardia; Regimiento de Harrison; Regimiento de Wade; Regimiento de Dormer; Regimiento de Bowle; Regimiento de Dalziel; Regimiento de Guardias Escoceses; dos escuadrones del Regimiento de Dragones Reales; cuatro escuadrones del Regimiento de Caballería de Harvey; dos escuadrones del Regimiento de Caballería de Pepper. Sólo se salvaron la artillería y los regimientos de infantería de Lepell, Bourgay y Richard.

Cuando el general Starhemberg fue informado del ataque a la columna británica, movió sus tropas desde Cifuentes el mismo día 9 para ayudar a la columna de Stanhope, sin saber que éste había capitulado. A la mañana del día siguiente, 10 de diciembre, se encontró a todo el ejército franco-español esperándole en la llanura de Villaviciosa. Frente a los 14.000 soldados del general austriaco, el duque de Vendôme tenía desplegados en orden de batalla unos 20.000 soldados, entre los que se encontraba el propio rey Felipe V y el resto de tropas del duque que se habían incorporado la mañana del mismo día 10. Ambos ejércitos desplegaron en dos lineas, como era la costumbre de la época, sobre dos alturas paralelas. El despliegue del ejército franco-español, al mando del duque de Vendôme era así:

Primera línea

ALA DERECHA 

Escuadrones de caballería, al mando del marqués de Valdecañas, auxiliado por el teniente general Armendariz, el mariscal de campo Ronquillo y el brigadier Melchor de Portugal:

– Dragones de Caylus.
– Dragones de Vallejo (tres escuadrones).
– Dragones de Osuna.
– Caballería de Guardias de Corps (cuatro escuadrones).
– Caballería de Granada Viejo.
– Caballería de Piñateli.
– Caballería de Órdenes Viejo (cuatro escuadrones).

CENTRO

Dieciséis batallones de infantería al mando del conde de las Torres, auxiliado por el capitán general marqués de Toy, el teniente general marqués de la Ber, el mariscal de campo conde Harcelles y los brigadieres Rufo, Charni, Rivadex, Rupelmonde, Borbón y Terri:

– Infantería de Guardias Españolas de Amézaga (tres batallones).
– Infantería de Guardias Valonas (tres batallones).
– Infantería de Comesfort (un batallón).
– Infantería de Castellar (un batallón).
– Infantería de Gueldres (un batallón).
– Infantería de Benmel (un batallón).
– Infantería de Santal de Gende (un batallón).
– Infantería de Armada (un batallón).
– Infantería de Lombardía (un batallón).
– Infantería de Milan (un batallón).
– Infantería de Uribe (un batallón).
– Infantería de Mulfeta (un batallón).

ALA IZQUIERDA

Escuadrones de caballería y dragones al mando del conde de Aguilar, auxiliado por el teniente general Mahony, los mariscales de campo conde de Montemar y Joseph de Amézaga, y el brigadier Crevecoeur:

– Dragones de Marimon.
– Dragones de Quimalol.
– Dragones de Grinao.
– Caballería de Santiago Viejo.
– Caballería de Bargas.
– Caballería de la Reina (cuatro escuadrones)

Segunda línea

ALA DERECHA

Escuadrones de caballería al mando del conde de Merode, subordinado al marqués de Valdecañas. Estaba auxiliado por el mariscal de campo Tomás Idiáquez y el brigadier Pozoblanco:

– Caballería de Asturias (cuatro escuadrones).
– Caballería de La Muerte.
– Caballería de Pozoblanco (cuatro escuadrones).
– Caballería de Estrella.
– Caballería de Lanzarote (tres escuadrones).
– Caballería de Extremadura (tres escuadrones).

CENTRO

Quince batallones de infantería al mando del teniente general Pedro de Zúñiga, auxiliado por el mariscal de campo Grafton, y los brigadieres Correa, Pertoni, Hercel, Pedroche, Estrada y duque de Petroameno:

– Infantería de Castilla (un batallón).
– Infantería de Murcia (un batallón).
– Infantería de Trujillo (un batallón).
– Infantería de Saboya (un batallón).
– Infantería de Écija (un batallón).
– Infantería de Mar de Nápoles (un batallón).
– Infantería de Extremadura (un batallón).
– Infantería de Toledo (un batallón).
– Infantería de Sicilia (un batallón).
– Infantería de Coria (un batallón).
– Infantería de Bajeles (un batallón).
– Infantería de Vitoria (un batallón).
– I Cuerpo de infantería de Segovia (un batallón).
– II Cuerpo de infantería de Segovia (un batallón).
– Infantería de Napoles (un batallón).

ALA IZQUIERDA

Escuadrones de caballería al mando del teniente general Navamorquende, subordinado al conde de Aguilar. Estaba auxiliado por el mariscal de campo Cárdenas y el brigadier Carvajal:

– Caballería de Rosellón Nuevo (cuatro escuadrones).
– Caballería de Granada Nuevo.
– Caballeria de Velasco.
– Caballería de Carvajal.
– Caballería de Raja.
– Caballería de Jaén
– Caballeria de Rosellón Viejo (cuatro escuadrones)

Artillería

Al mando del capitán general de Artillería, marqués de Canales, quien dispuso sus piezas en dos líneas.

El encuentro comenzó a primera hora de la tarde y duró hasta medianoche. Tuvo siete fases:

Primera: Duelo artillero. Ambos ejércitos disponían de igual cantidad de Artillería: veintitrés piezas cada uno; y ambos la tenían desplegada de la misma manera: en tres baterías. Una de las batería del centro franco-español estaba al mando del ya mencionado Francisco Balbasor. La batalla comenzó con el duelo de artillería al uso en aquella época, cuyas balas de cañón hicieron daños a ambos ejércitos.

Segunda: Ataque del ala derecha borbónica al ala izquierda aliado. Comenzó el ataque la caballería del ala derecha donde marchaba el propio rey Felipe V, al mando del marqués de Valdecañas, quien lanzó sus escuadrones contra la izquierda enemiga, formada por infantería alemana y caballería catalana y portuguesa, todos ellos al mando de von Frankemberg. La infantería alemana trató de protegerse con los escuadrones catalanes y portugueses, pero acabó por ceder, resultando con este ataque destrozado el ala izquierda del ejército aliado. Los borbónicos tomaron las baterías aliadas, destrozaron las unidades que acudieron en refuerzo e iniciaron la persecución, quedando sin posibilidad de regresar al combate en apoyo del centro.

Tercera: Ataque aliado al centro franco-español. La infantería del archiduque avanzó hacia el centro franco-español. La falta de apoyo de caballería y el empuje enemigo hicieron retroceder a la infantería borbónica. El marqués de Toy acudió a tratar de impedir el retroceso en el centro y evitar así la división en dos del ejército, pero casi es hecho prisionero por soldados portugueses. Se repetía lo ocurrido en la batalla de Almansa tres años antes. Al igual que el duque de Berwick entonces, en esta ocasión el duque de Vendôme creyó perdida la batalla, mientras su infantería trataba de aguantar el empuje como podía.

Cuarta: Ataque del ala izquierda borbónica al ala derecha aliado. Mientras el centro borbónico cedía, el conde de Aguilar lanzó sus escuadrones contra el ala derecha del archiduque, que mandaba el propio general Starhemberg y que estaba formada por los granaderos y jinetes de los regimientos más brillantes del ejército aliado. La carga fue imparable, y los aliados fuero incapaces de contener a los jinetes del conde de Aguilar. El ala derecha del archiduque se salvó del desastre por una maniobra de flanco que hizo el centro aliado que, al mando de Villarroel, acudió en ayuda de Starhemberg y salvó la situación.

Quinta: Reacción del ala derecha aliada. El general Starhemberg reagrupó y reorganizó sus fuerzas, rechazó finalmente a los jinetes del conde de Aguilar y se lanzó a la carga en su persecución. Tomó las piezas de artillería borbónica situadas en el flanco izquierdo y se lanzó contra el centro borbónico. La lucha se hace enconada. Los batallones de infantería de Guardias Valonas y Saboya reciben un duro castigo de fuego enemigo. El teniente general Armendáriz, que es herido en la cabeza y en el pecho por la metralla enemiga. Mueren el mariscal de campo Ronquillo, el brigadier Rodrigo Correa y el coronel Félix Miramón, coronel del Regimiento de Sagunto.

Sexta: Contraataque de la caballería franco-española. En centro borbónico continuaba cediendo, el ala izquierda comenzaba a retroceder y no había señales de la caballería del ala derecha, encelada en la persecución del enemigo. Comenzaba a oscurecer, y es cuando el conde de Aguilar arremetió con su caballería y dragones contra el ala derecha del archiduque. Los jinetes alemanes y portugueses, al mando del conde de la Atalaya, resisten la carga inicialmente. Por fin los jinetes de Aguilar rompieron las dos líneas de la derecha enemiga. En ese momento llegaron al combate los jinetes del marqués de Valdecañas, que rompió de igual modo las líneas de la izquierda aliada. El teniente general Mahony y el mariscal Amezaga cargan al frente de sus escuadrones desde el ala derecha para asestar el golpe final al ejército aliado.

Séptima fase: Última resistencia y retirada aliada. El general Starhemberg no se dejó impresionar por la carga de Mahony y Amézaga, y lanzó contra ellos tres cargas de caballería. En los combates, el mariscal Amézaga resultó herido en la cara. Por fin, tras media de combates en plena oscuridad, las fuerzas de Starhemberg se retiraron a un bosque vecino para salvarse de los jinetes enemigos, y el ejército aliado inició la retirada con la protección de la oscuridad.

El archiduque reclamó la victoria, pero la cantidad de muertos, las decenas de heridos, piezas abandonadas y despojos de su ejército que se hallaron los días siguientes en los alrededores del campo de batalla no podían ocultar la realidad de la derrota. Las distintas versiones contradictorias de los combates no cambian el hecho de que las tropas del rey Felipe V consiguieron la victoria. Puede decirse con justicia que la batalla de Villaviciosa fue decidida por los escuadrones de caballería y dragones del marqués de Valdecañas y del conde de Aguilar, que superaron con creces a los escuadrones enemigos.

Como consecuencia final de la batalla, el general Starhemberg se retiró en orden hasta Barcelona, donde entró el 6 de enero. El rey Felipe V continuó tras él, recuperando el Reino de Aragón a su paso. Durante los dos siguientes años las esporádicas campañas que tuvieron lugar no alteraron la supremacía definitiva del rey Felipe V sobre su rival el archiduque Carlos, que abandonó finalmente la lucha en abril de 1711 al ser proclamado sacro emperador tras el fallecimiento de José I. En la batalla de Villaviciosa el rey Felipe V obtuvo su corona definitivamente. En palabras de Torcy, el secretario de Asuntos Exteriores francés, la batalla «colocó la corona sobre la cabeza del rey católico«.

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