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Nicolás de Bussy. El artista en medio de la encrucijada

Nicolás de Bussy (~1640-1706) fue un escultor y tallista de origen alemán cuya mayor parte de su obra se desarrolló en España. No obstante, sus relaciones políticas le llevaron a ser escultor del rey Carlos II y caballero de la Orden de Santiago. Demostró una gran movilidad para su época, trabajando a lo largo de todo el Levante español. Fueron testigos de su obra las ciudades de Alicante, Orihuela, Elche, Valencia y Murcia. Hemos querido destacar su figura, además por su vinculación con Murcia, porque fue un declarado partidario del austracismo, lo que le ocasionó grandes problemas y terminó condicionando su trayectoria vital. El doctor en Historia del Arte, D. José Alberto Fernández Sánchez, especialista en la Semana Santa murciana nos ayuda a acercarnos a su figura en una época todavía falta de estudiar:

Nicolás de Bussy, escultor fundamental de la segunda mitad del siglo XVII, sigue siendo, a día de hoy, objeto de interés e investigación. Ejemplo de ello es que hasta hace poco se pensaba que había nacido hacia 1651 en Estrasburgo; ciudad donde también se creía que había permanecido hasta 1667. Sin embargo, las últimas investigaciones llevadas a cabo por Roberto Alonso Moral, indican que llegó a Madrid en 1659 con el séquito del gobernador de Flandes, D. Juan José de Austria (izquierda, en retrato de Juan Carreño de Miranda, ca. 1678), con lo cual, se propone adelantar su nacimiento como mínimo diez años, a 1640.

Poco antes de su llegada a España, hacia 1657, anduvo por Italia, donde se impregnó del estilo barroco. Hasta tal extremo fue ésa su principal influencia que los primeros investigadores que abordaron el estudio de la obra de Bussy pensaron en una procedencia italiana debido a sus características estilísticas. Pero la realidad es que aunaba las dos corrientes más representativas del arte barroco: la centroeuropea y la italiana. Fue en Italia donde Bussy comprendió el lenguaje de la armonía compositiva que imprime a sus realizaciones, el equilibrio, la proporción y la aplicación de los órdenes.

Los hermanos Martínez Blasco resumen en siete puntos todos los elementos que Bussy asimiló en Italia, y que incorporó a sus habilidades como escultor y tallista, y que han quedado, por ejemplo, reflejados en la portada mayor de la Basílica de Santa María de Elche: El uso de la columna salomónica; aletas de apuntalamiento en los cuerpos terminales (generalmente volutas) abriendo el orden en la parte superior; empleo de la columna exenta con retropilastra pareada para mayor profundidad; derrames con rocalla que abren todo el orden hacia el muro; frontones, entablamentos y cornisas interrumpidos por masas florales; grupos de niños o escudos para señalizar así una ruptura de efectos muy dinámicos en horizontal, además del empleo de grotescos con pomos frutales y ramos de flores. 

Muchos de estos elementos habían formado parte del repertorio ornamental del arte renacentista, siendo reinventados por el manierismo hasta llegar a su expresión más alta en cuanto a vistosidad ornamental durante el barroco. Y Nicolás de Bussy supo hacer un buen uso de estos elementos en muchas de sus composiciones realizadas en Levante. Pero, ¿quién fue Nicolás de Bussy?

Después de recalar en Madrid para su presentación de tan principal mano, en 1662 Nicolás de Bussy se instaló en Valencia, donde permaneció por espacio de un año. Allí conoció al escultor Tomás Sanchiz, de quien obtuvo el título de maestro gremial como oficial de su taller; también anduvo con el pintor Juan Conchillos. Luego se trasladó a Alicante, y en 1674, en su condición de maestro gremial, pudo abrir allí un taller desde el que trabajó para toda el sur del Reino de Valencia y el vecino Reino de Murcia. En ese taller debió realizar el Cristo de Enguera y el de las monjas de La Encarnación de Mula. En esa época contrajo matrimonio, en 1676, con Micaela Gómez. También estableció amistad con otros artistas como los pintores Senén Vila y Juan Conchillos. En estas fechas (1675-76) le encargaron su primer trabajo para la ciudad de Murcia: una escultura del rey San Fernando III para la Catedral (a la izquierda). Desde entonces, Nicolás de Bussy no pararía de ir de un sitio para otro obteniendo y presentando encargos.

Por ejemplo, su relación con el entonces valido de la monarquía le llevó, en 1678 ó 1679, de nuevo a Madrid para realizar las fachadas de Palacio del Real Sitio de Aranjuez (abajo, anónimo, ca. 1636). Más tarde colaboraría en la decoración de las estancias del Rey, es decir la Cámara, la extensa Galería o “Salón” y el Despacho del rey. Incluso se afirma que entre 1684 y 1688 estuvo trabajando en Madrid como escultor de cámara de Carlos II. El taller madrileño que allí establece se mantiene abierto hasta 1699 ó 1700; taller que compagina con su actividad en Levante, y que marcaría su futuro hasta su muerte, tal y como nos explica el profesor Fernández Sánchez a continuación:

Entre 1680 y 1684 se encontraba afincado en Elche, donde se ocupó de la fachada mayor de la actual Basílica de Santa María, la portada de San Agatángelo de la misma iglesia y obras de imaginería. No obstante, había visitado con anterioridad la ciudad en 1675 como perito para revisar el trabajo de Antonio Caro “El Viejo”, lo que indica que debió ser también un gran maestro retablista y ensamblador. Durante este periodo, se encarga también de la fachada de la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro de Aspe.

En 1688, y hasta 1704, se instaló en Murcia donde trabajó como escultor, decorador e imaginero, con extraordinarias obras como el Cristo de la Sangre de la Iglesia del Carmen. No obstante, no dejó de seguir produciendo por encargo de colectivos o particulares del Reino de Valencia, como atestigua la impresionante Diablesa que data de 1695 y realizada por encargo del Gremio de Labradores de Orihuela, que pagó 800 libras valencianas al artífice; y representa el Triunfo de la Cruz sobre el pecado y la muerte.

Su asiento en Murcia durante casi dos décadas fue debido, sin lugar a dudas, al florecimiento económico que estaba experimentando la ciudad gracias a la industria de la seda, que enriquecía a todos los estamentos implicados en su cultivo, llegando sus beneficios a cofradías y conventos, lo que permitió los encargos de la Archicofradía de La Sangre, de la Cofradía de la Misericordia de Lorca, de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y los Santos Pasos de Murcia, y de las Iglesias de Santo Domingo y San Bartolomé, entre otros. Preguntamos al Dr. José Alberto Fernández Sánchez si a la vez que trabajaba para las instituciones religiosas, tuvo algún contacto laboral con las autoridades municipales y, por tanto, relaciones con el poder político que hubiera influenciado o condicionado su futura postura austracista:

La influencia del escultor en el ambiente artístico de la Murcia de la época fue notable, pues llegaría a crear escuela, dejando una serie de discípulos; algunos de ellos reconocibles. Así, por ejemplo, en el campo de la escultura fue responsable del desarrollo de las habilidades artísticas de Nicolás Salzillo, padre de Francisco Salzillo, y quien asumiría una amplia producción escultórica con la marcha del estraburgués, tras haber asimilado grandes rasgos de su estilo. Junto con los Caro, la familia de retablistas que le acogió en Murcia, introdujo los temas de la columna salomónica y repertorios de esculturas de niños y frutas. Sin lugar a dudas, la fachada de la Iglesia conventual de la orden mercedaria, La Merced de Murcia, erigida en 1711, bebe de esa influencia descrita, como se puede observar a la derecha. 

Entre los trabajos más destacados que realizó para Murcia hallamos las tallas o grupos procesionales realizados para la Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, siendo la más representativa la soberbia escultura de su titular, el Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre (izquierda), entregada en 1693. Le siguen la Negación de San Pedro, el Ecce Homo y la escultura de Nuestra Señora de la Soledad (1688-1703). Además, la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y los Santos Pasos le encargó en 1700 un conjunto representando un Calvario, destinado a la ermita del Convento de San Diego, que no se conserva. Para la Compañía de Jesús, en la Iglesia de San Esteban de Murcia, realizó la escultura de San Francisco Javier, que actualmente se encuentra en la Iglesia de Santo Domingo. Asimismo, se le atribuye también la autoría de una escultura de San Francisco de Borja que actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Murcia.

En Lorca le encargaron un Crucificado para su ermita del Calvario o Vía Crucis; trabajo que se relaciona con los encargados en Murcia para la mencionada Hermandad de los Siete Dolores y Santos Pasos de Murcia. Existen también otros encargos en la Región como Nuestro Padre Jesús Nazareno en la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios en Albudeite, o el atribuido Cristo Maniatado en la Iglesia de El Salvador en Caravaca de la Cruz.

Al margen de su actividad artística, se sabe que Nicolás de Bussy, merced a la reputación atesorada en Madrid y el Reino de Valencia, y la relevancia que estaba adquiriendo a través de su obra escultórica local, se relacionó con otros prominentes locales, como Toribio Martínez de la Vega, con vistas a insertarse en las sinergias económicas de la Murcia carolina, aún cuando se trataba de una sociedad de economía gremial muy monolítica y cerrada; sobre todo, además, para quien su condición de caballero santiaguista y su filiación valenciana debieron ser en ocasiones problemáticas, aunque se conserva poca documentación conocida al respecto.

 Con todo, la continua necesidad de recursos para sostener sus talleres murciano y madrileño le siguieron empujando más allá de las fronteras de Murcia para hacerse cargo de encargos que continuamente iba cerrando.

En 1704, Nicolás de Bussy marchó apresuradamente a Valencia. Se ha sugerido que este repentino traslado probablemente fue debido a su orientación política, como ferviente austracista, frente a una ciudad en donde la causa borbónica cobraba fuerza. Esta hipótesis aún se discute, pues su temprana muerte también abre la posibilidad de que, enfermo, quisiera morir allí, donde comenzó su carrera. En todo caso, llegado a Valencia, ciudad donde pasaría los dos últimos años de vida, y donde era una persona muy célebre, ingresó en la Orden Mercedaria, acogiéndose a un sagrado que despertó algunas sospechas políticas incluso ya fallecido, tal y como nos resume el Dr. José Alberto Fernández Sánchez en el vídeo de la izquierda.

Nicolás de Bussy murió en Valencia en 1706, quedando como una importantísima figura de la imaginería del más temprano barroco español.

RECURSOS

FUENTES

Martínez Blasco, T. y M.; Vida y obra del adepto Nicolás de Bussy. Alicante: Instituto de Estudios Alicantinos, 1983.

Montojo Montojo, V. (coord.): Nicolás de Bussy. Un escultor europeo en España. Tercer centenario de su muerte (1706-2006). Murcia: Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca, 2006.

Sánchez-Rojas Fenoll, Mª. C.: El escultor Nicolás de Bussy. Murcia: Universidad de Murcia, 1982.

Vidal Bernabé, I.: La escultura monumental barroca en la diócesis de Orihuela-Alicante. Alicante: Excma. Diputación de Alicante, 1982.

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