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Una nueva dinastía: la Casa de Borbón en España

Alegoría del reconocimiento de Felipe como rey de España. Henri Antoine de Favanne,1704
La Alegoría del reconocimiento de Felipe como rey de España, de Henri Antoine de Favanne (1704) es un precioso cuadro que exalta a la nueva dinastía a través de recursos religiosos y mitológicos muy usuales en esa época. Puede verse a una mujer que representa a España arrodillada entregando la corona a Felipe V bajo la atenta mirada del cardenal Portocarrero. Al joven rey lo escolta otra figura femenina que simboliza a la dinastía Borbón. Detrás del cardenal un hombre anciano que bien podría ser Anquises y simboliza el pasado, yace, bendiciendo el esplendoroso futuro. A la derecha de la escena, en segundo plano, Hércules repele las amenazas al joven rey.

Felipe, ahora Felipe V, abandonó Versalles, encaminándose a su nuevo reino acompañado por un gran número de burócratas y técnicos franceses con un objetivo claro: tomar posesión de su nuevo reino y cambiar, en la medida de lo posible, la forma en que España había sido gobernada por la Casa de Austria.

¿Por qué se propusieron hacer eso los Borbones en España? A diferencia de lo que se pueda pensar desde nuestro punto de vista del siglo XXI, en este momento histórico el absolutismo era la forma más avanzada de gobernar; era un paso más allá del autoritarismo que había caracterizado a las monarquías modernas. Conseguía minimizar los privilegios medievales, limitar el poder de la nobleza, eliminar fronteras y aduanas interiores y fomentar el comercio. Como consecuencia de ello el país llegaba a tener mayores ingresos fiscales, lo que le permitía tener un ejército y una flota que propiciara su defensa y una expansión por la que, a su vez, obtuviera mayores ingresos. Es lo que Luis XIV había hecho en Francia, y es lo que quiso que su nieto Felipe V hiciera en España.

Sin embargo, los cambios debían hacerse con tacto y mucho cuidado para no soliviantar a un pueblo aferrado a sus costumbres, tradiciones e instituciones. Para ello, se desplegó todo un aparato propagandístico, muy visual, que asimilara fácilmente al nuevo rey con sus antecesores; prueba de ello es el magnífico cuadro de Hyacinthe Rigaud (1701) que retrata al joven rey a la moda de la Corte anterior, y que puede verse arriba a la derecha. Al respecto, el historiador Sergio Belmonte nos explica los motivos:

Felipe V visitó los reinos que componían la Monarquía Hispánica, y, camino a Italia, alcanzó Aragón, donde juró sus fueros en medio del entusiasmo de su población. Después visitó Barcelona, donde estuvo seis meses, y allí juró guardar las constituciones de Cataluña. Felipe V accedió a buena parte de las peticiones de las Cortes catalanas, y concedió varios privilegios de nobleza a miembros de la élite catalana. En agradecimiento, las Cortes le obsequiaron con una notable suma de dinero para las necesidades reales. De hecho, quien después se rebelaría contra el rey Felipe, Feliú de la Penya, dijo que habían conseguido “Las constituciones más favorables que avia conseguido la provincia”. Pero todo lo alcanzado se perdería, una vez que los catalanes se pasaron al bando del archiduque Carlos, y éste fue derrotado. 

Mientras Felipe V empezaba a ejercer su nueva misión como rey de España, las potencias europeas, agraviadas por el hecho de materializarse heredero, se propusieron actuar. Se constituyó una alianza formada por Inglaterra y las Provincias Unidas, que en aquella época tenían el mismo rey, Guillermo III, y el Imperio austriaco que se denominó Liga de La Haya.

 

La Liga de la Haya

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